El I.E.S. Ramón y Cajal es el centro de segunda enseñanza más antiguo de la provincia de Huesca. Al igual que otro medio centenar de Institutos en toda España —uno en cada capital de provincia—, fue creado en 1845 al entrar en vigor el Plan General de Estudios, durante el reinado de Isabel II. Más conocido por el nombre de su principal impulsor, el “Plan Pidal” estructuró por primera vez los estudios de segunda enseñanza y universitarios para todo el Estado. Pocos años más tarde, en 1857, se aprobaría la primera Ley general de Instrucción Pública de la España Contemporánea conocida también como “Ley Moyano”, que estuvo vigente sin interrupción hasta 1970. Desde 1845 hasta bien entrados los años 60 del siglo XX, a excepción del breve lapso de la II República, el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Huesca, hoy Ramón y Cajal, fue el único establecimiento público en la provincia autorizado a dispensar el título de bachillerato.
La creación del Instituto supuso la supresión de la antigua Universidad de Huesca, llamada “Sertoriana”, en virtud del Real Decreto de 17 de septiembre de 1845. En el citado Plan General (artículo 67) se indicaba textualmente: “las Universidades de Canarias, Huesca y Toledo se convertirán en Institutos de Segunda Enseñanza”. Como consecuencia, el Instituto heredó no sólo sus instalaciones —el palacio barroco diseñado por el matemático Francisco José de Artiga (1650-1711), actual sede del Museo Arqueológico Provincial—, sino todo su patrimonio mueble e inmueble —ajuar, legado artístico, actos protocolarios, inmuebles, biblioteca, etc.—. Tras más de medio siglo, en 1995, con motivo del CL Aniversario de su fundación, recuperó como logotipo propio el antiguo sello de la Sertoriana, que exhibe una rica iconografia religiosa y civil. En su leyenda se sustituyó la original “Universitatis oscenses sigilum sertorianae”, por la de “Instituto de Educación Secundaria Ramón y Cajal de Huesca”.
El actual nombre que ostenta el Instituto data de 1934. En octubre de aquel año, con motivo del fallecimiento del que fuera uno de sus más reconocidos ex alumnos, el histólogo y Premio Nobel de Medicina en 1906, Santiago Ramón y Cajal, el Claustro de profesores, reunido en sesión extraordinaria, decidió adoptar su nombre en su memoria y reconocimiento.
A lo largo de sus casi dos siglos de historia han pasado por las aulas del Instituto miles de personas entre alumnado y profesorado. Entre los primeros, cabría señalar a Joaquín Costa, Basilio Paraíso, Ramón Acín, Rafael Salillas, Encarnación Fuyola, Alberto y Ramón Gil Novales, Julio Palacios, Alberto Galindo y un largo etcétera. La lista de profesores podría ser asimismo interminable: Ramón Sans Rives, Carlos Soler Arqués, Felix Lafuente, Cosme Blasco, Samuel Gil y Gaya, Gabriel Llabrés, Pedro Aguado Bleye, Leoncio Gómez Vinuesa, Francisco Cebrián y Villegas, Blanca González de Escandón, Eduardo Vázquez, Ramón Martín Blesa, Miguel Dolç, María Dolores Cabré, Joaquín Sánchez Tovar, Ángela Martín Casabiel, etc.
Desde 1845 el Instituto ha tenido tres ubicaciones físicas distintas en la ciudad. Hasta 1936 permaneció en la sede de la antigua Universidad. A partir de ese año y hasta 1941 el histórico edificio estuvo ocupado militarmente y utilizado como prisión para alojar a las víctimas de la represión franquista. En 1938, aún en plena guerra civil, cuando tras un año de suspensión se reanudaron la actividad docente, ésta hubo de desarrollarse de forma provisional en las dependencias de la Escuela Nacional de Magisterio (antigua Escuela Normal). Una provisionalidad que se prolongó hasta 1951, fecha en que se inauguró el nuevo Instituto, buen ejemplo de arquitectura racionalista, ubicado en uno de los “ensanches” urbanos de la ciudad y que, todavía hoy, sigue siendo su sede principal.